Llevo usando este smartwatch más de dos meses y la experiencia sobre todo ha sido interesante.
Cuando lo recibí era un poco escéptico en cuanto que cosas podría llegar a hacer el reloj y como de útil sería para mí en el día a día. La primera sorpresa fue que el reloj no era tan gigante y no parecería que llevase algo desproporcionado en la muñeca.
La base magnética de carga que trae el teléfono no pasa desapercibida puesto que tendrá que acompañarme siempre que quiera cargar el reloj o encenderlo (solo se puede encender desde la base), la ausencia de puerto USB y botones físicos forma parte de lograr la certificación IP67 (resistencia al agua 1 metro de profundidad durante 30 minutos) muy importante para usarlo a diario sin miedo a exponerlo a la lluvia o al agua de la ducha. Pero la verdad que la duración de la batería no es un inconveniente, puesto que durará dos días a pleno rendimiento y, si usando la configuración, oscurecéis pantalla, brillo, etc. La batería puede durar algo más de 3 días.
Es bastante resistente, en ningún momento me planteé ponerle protectores de ningún tipo y eso que, irremediablemente, ha tenido algún desafortunado accidente (pero como veréis en las fotos no tiene marca alguna).
Contiene un procesador Qualcomm Snapdragon 400 a 1.2 GHz, en ningún momento se quedó colgado o hizo lags en la pantalla de 1,65”. Tiene mucha fluidez gracias a los 512 MB de RAM moviéndose con soltura por los menús y entendiendo a la perfección todas las órdenes habladas.
Porque esa es una de las más importantes acciones del reloj, que cuando le digas eso de “ok Google” puedas ordenar acciones como iniciar una llamada, escribir un SMS o un correo electrónico. Pero no acaban ahí ni mucho menos, los sensores incorporados (acelerómetro, brújula y giroscopio) calculan nuestra posición y nuestro movimiento (cuentan el número de pasos como las pulseras cuantificadoras) y nos ofrecen esa información en la misma pantalla.
El pero, es que muchas de estas funciones las podemos hacer siempre y cuando el teléfono y el reloj estén vinculados. Porque los acceso a red (llamadas y datos) se los proporciona nuestro smartphone. La vinculación se hace por medio de Bluetooth 4.0 y nuestro terminal tendrá que disponer de Android 4.3 o superior (para que sea compatible con Android Wear).
Originalmente las funciones principales del reloj eran mostrar las notificaciones de nuestro terminal, iniciar llamadas y escribir SMS y correos electrónicos a partir de órdenes de voz. Después de la actualización recibida hace pocas semanas (versión 1.0.1) las acciones han aumentado pudiendo contestar en las conversaciones de WhatsApp hablándole al smartwatch. Además de las aplicaciones que modifican para ser compatibles con Android Wear cada día son más las apps exclusivas para este formato como el caso de Flopsy Droid, el primer juego diseñado para estos wearables.
He disfrutado mucho con la experiencia del smartwatch y no tengo ninguna duda que Android Wear seguirá evolucionando y sorprendiendo con todas sus utilidades. Un smartwatch no es una pieza indispensable pero si es realmente interesante para todos aquellos que quieran sacar mayor utilidad a su Smartphone. Su facilidad de uso y su precio (199€ en Play Store) lo hacen más cercano.
Me hubiese gustado que incorporase un medidor de ritmo cardiaco, ¿Qué le añadiríais vosotros?
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